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Misterios, enigmas, apariciones, desapariciones, y
otros hados |
En este apartado del portal abordaré el tema
sobre fenómenos "extraños". Aportando mis apuntes
con la información recogida durante más de
treinta años. Pero antes, incluiré las
definiciones de la RAE (Real Academia Española)
sobre
Hado:
1.- masc. Divinidad o fuerza desconocida que se
creía que gobernaba el destino de los hombres.
2.- Destino, encadenamiento fatal de los sucesos,
sean favorables o desfavorables. |
El caso del Island Queen
Un día de agosto de
1944, ocurrió algo que afectó directamente a la gente de las islas
Antillas Menores. El suceso aconteció en una zona marítima bastante
lejana del polémico Triángulo de las Bermudas o Triángulo del Diablo.
El Island Queen era una goleta de 25
metros de eslora, con vela de estay. Por su casco blanco, a la goleta la
conocían por todas las Antillas, y donde tocara puerto, la gente se
agolpaba en los muelles para verla. Además de contar con la fuerza del
viento, la Island Queen estaba provista de un motor auxiliar de
gasolina, capaz de moverla a una velocidad de seis nudos. La empleaban
para transportar correo y pasajeros entre las diversas islas antillanas.
Eslora:
Distancia comprendida entre la proa y la popa
del barco.
Estay:
Se llama estay ( en plural «estayes» o
«estáis»), en el aparejo o arboladura de un buque
propulsado a vela, a cualquier tipo
de nervio metálico concebido para mantener
un palo en posición vertical.
Nudo
=
1 milla náutica por hora = 1852 m/h (metros por
hora), es decir aproximadamente 0,5144 metros por
segundo.
Barlovento:
Es un término marino que indica el sentido
contrario al que siguen los vientos dominantes;
dicho de otra manera, la dirección desde la cual
llega el viento.
Conserva:
Es un convoy (galicismo de convoi) de
vehículos que viajan juntos para darse apoyo mutuo. |
A eso de las cinco de la tarde del 5 de
agosto de 1944, la lsland Queen salió de la isla de Granada con destino
a San Vicente, la Isla siguiente en dirección norte. Era una travesía
corta durante la cual una de las islas aparecía a la vista antes de que
la otra hubiese desaparecido. El trayecto llevaría a la lsland Queen al
oeste de Carricou y más allá de las Granadinas, que quedarían en el
costado de barlovento. Reinaba gran alegría y regocijo a bordo de la
goleta, porque la mayoría de sus setenta y cinco pasajeros, entre los
que se contaban cierto número de mujeres y niños, asistirían a una boda
que se había de celebrar en San Vicente.
Otra goleta grande, la Providence Mark, de casco negro, viajaba en
conserva con la lsland Queen. El tiempo era perfecto: vientos flojos del
sudeste, con una mar lisa y luna llena en perspectiva. Las dos goletas
navegaban de la isla de Granada a San Vicente, dejando un intervalo de
media milla entre ambas.
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Marchaban a la misma velocidad, exactamente. A eso de las diez de la
noche, cuando se hallaban a la altura de la punta oriental de Carriacou,
una lluvia ligera, sin viento, cayó sobre las dos embarcaciones. Justo
antes de que la lsland Queen penetrase en la zona de lluvia, los que
viajaban en la Providence Mark vieron que encendía las luces. Pero
pensaron que aquello formaba parte de la rutina nocturna.
Cuando la Providence Mark salió del aguacero, a la Island Queen no se la
veía por ninguna parte. Los otros supusieron que se había adelantado,
adentrándose en la noche, pues era la más rápida de las los goletas.
La Providence Mark llego a San VIcente poco antes de la medianoche. Pero
la Island Queen no estaba allí. Al llegar el día como no había aparecido
aún, se inició la búsqueda.
En ella participaron dos armadas: la de los Estados Unidos y la inglesa.
Las pesquisas se ex tendieron desde Puerto Rico hasta Venezuela. Pero no
se halló el menor rastro de la Island Queen ni de las 65
almas que viajaban a bordo de ella aquella noche.
Se formularon unas cuantas teorías diferentes sobre su
desaparición. Una de las primeras daba la culpa a un
incendio, Aunque en seguida se la dejó de lado,
porque, de noche, los que iban a bordo de la
Providence Mark hubieran visto las llamas. También
se mencionó la posibilidad de un remolino de agua;
pero las condiciones de aquella noche no se
prestaban a que produjera tal fenómeno.
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Otra teoría fue
la del ataque de un submarino, puesto que se estaba
desarrollando la IIª Guerra Mundial. No obstante, terminada
la guerra, se supo que en aquel sector había, a la sazón, un
solo submarino nazi alemán, el U-530, al mando del teniente
Kurt Lang. El
U-530 sobrevivió a la guerra y se rindió en el Mar de la
Plata (Argentina). Pero no se pudo constatar en su cuaderno de
bitácora ni en su diario de guerra de que hubiera hundido a
una goleta, puesto que fueron destruidos por la
tripulación antes de su rendición.
La gente muy mayor de Granada y San Vicente se acuerda
perfectamente de la Island Queen. Pero nadie es capaz de
explicar qué fue de la goleta y de las setenta y cinco
personas que iban a bordo aquella noche de agosto.
El caso de los fantasmas
nadadores
El misterio más
desconcertante de los mares lo constituye el de los
fantasmas nadadores.
El buque cisterna
“Watertown”,
de la Cities Service Corporation, dedicado al
transporte de gasolina, navegaba por el Océano
Pacífico desde San Pedro (California) rumbo al sur,
hacia el Canal de Panamá, y una vez en el Golfo de
México, dirigirse rumbo norte al puerto de Nueva
Orleans.
El 2 de diciembre de
1929, cuando se encontraba a la altura de la costa
de México, dos marineros, James T. Courtney y
Michael Meehan, que trabajaban en las labores de
mantenimiento de las cisternas perecieron asfixiados
por los vapores de la gasolina.
Dos días más tarde, al
atardecer del 4 de diciembre, el capitán del barco,
Keith Tracy, leía el responso y eran arrojados por
la borda los dos cadáveres hacia las profundidades
(1.400 pies).
La tripulación estaba entristecida por la pérdida de
los dos marineros muertos puesto que eran muy
apreciados por sus compañeros.
Al día siguiente, cuando
habían transcurrido veinticuatro horas del “entierro
en el mar”, la tristeza de la tripulación se tornó
en sorpresa y pánico. El segundo oficial de abordo,
desde el puente, informó al capitán que veía lo que
parecía ser dos hombres nadando. Seguidamente el
capitán ordenó disminuir la velocidad a cuarenta
pies de los nadadores, la totalidad de la
tripulación estaba en la barandilla del barco
observando, cuando el jefe de máquinas del
“Watertown”,
Monroe Atkins,
gritó:
“¡Son Courtney y Meehan!”.
Al hacer el barco la maniobra de aproximación
a los nadadores, estos desaparecieron.
Más tarde, el
capitán Tracy declaró:
“Andábamos a
unos diez nudos... y ellos reaparecían siempre,
avanzando a nuestra misma marcha”.
Cuando la nave cambiaba de dirección, los nadadores
también lo hacían en paralelo con el barco. Con la
ayuda de unos gemelos, la tripulación constató que,
efectivamente, los nadadores eran James y Michael.
Los nadadores siguieron al
“Watertown”
varios días hasta que estuvo a la altura de Balboa
cerca del Canal de Panamá.
Al llegar a Nueva Orleans, el capitán Tracy y el
jefe de máquinas Atkins, se presentaron en las
oficinas de la Cities Service Corporation para
entregar un informe sobre la muerte y posterior
aparición de los marineros. Escépticos los empleados
de la compañía interrogaron a toda la tripulación
que confirmaron lo acontecido. Ante esta situación
consideraron entregar al capitán Tracy una cámara
fotográfica y rollo de película para el viaje de
vuelta a California.
La travesía transcurrió
sin incidentes hasta que el
“Watertown”
dejó atrás el Canal de
Panamá y se adentró en el Océano Pacífico.
James y Michael
aparecieron de nuevo nadando en paralelo con el
barco. El capitán Tracy tomó unas fotografías de los
dos espectros con esa cámara rudimentaria y cargada
con una película de baja sensibilidad. A
continuación la guardó en la caja fuerte del barco.
Al llegar el barco al
puerto de destino, y en presencia de directivos de
la Cities Service Corporation, se sacó la cámara de
la caja fuerte y la llevaron a un laboratorio
fotográfico para el revelado del negativo. En el
cuarto oscuro y con el rollo de película aún húmedo,
Tracy y los directivos inspeccionaron uno a uno los
fotogramas. En la primera foto no había nada, de la
segunda a la séptima o estaban borrosas o únicamente
se veía el mar. Pero la octava dejó boquiabiertos a
los directivos y relajado y satisfecho al capitán
Tracy, pues constituía una prueba de lo que la
tripulación, y el mismo, habían visto durante varios
días.
Una vez positivado el
negativo, se apreciaron dos caras, una de ellas
mostraba claramente el rostro de Meehan, la otra se
parecía a Courtney. Los miembros de la tripulación
del
“Watertown”,
familiares y amigos de los difuntos los
identificaron.
Durante muchos años,
en la oficina de Nueva York de la Cities Service
Corporation, estuvo colgada en la pared una
ampliación de la fotografía de Courtney y Meehan. |
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