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Nombre artístico: Ava
Gardner
Nombre verdadero: Ava Lavinia Gardner
Fecha de Nacimiento: 24 de diciembre de 1922, en Brogden,
pequeña comunidad cerca de Smithfield, Carolina del
Norte. EE.UU.
Fecha de Fallecimiento: 25 de junio de 1990, en
Londres, Inglaterra.
Matrimonios: Se casa y divorcia con Mickey Rooney
(1942-1943), Artie Shaw (1945-1947) y Frank Sinatra
(1951-1957). |
Biografía:
Ava nació en el seno de
una familia puritana de emigrantes europeos, era la más
pequeña de sus hermanos, seis en total, que junto a sus
padres se dedicaban a la plantación y recolección de
algodón en su granja de Brogden, o como la llamaba Ava,
“Grabtown” (ciudad rapaz). Granja que tuvo que
malvender su padre, un irlandés y convencido católico,
al llegar la Depresión de 1929, viéndose obligado a
buscar trabajo en la población cercana de Selma. Entre
tanto, su
madre, una escocesa baptista, dirige una pensión en Smithfield.
Ava, desde muy pequeña
adquirió la costumbre de andar descalza por la granja,
hábito que perduró durante toda su vida.
En 1934, su madre se separa
de su esposo, harta de tantas disputas familiares,
trasladándose con las dos niñas pequeñas a Newport News,
en Virginia, e instala una pensión en su casa para
sobrevivir. Ava tiene doce años, su adolescencia
transcurre entre la pobreza y la más grande austeridad, donde
todo lo relativo a la sensualidad y sexualidad estaba impregnado
de pecado.
Se
diploma en la Smithfield High School, y más tarde,
gracias a la ayuda de una beca, Ava estudia
secretariado en el Atlantic City Christian College de
Wilson.
En 1939, con diecisiete
años, Ava, visita a su hermana Bappie y a su marido Larry
Tarr que viven en New York. Larry era fotógrafo
profesional y le hizo bastantes fotos. Colocó una de
ellas en el escaparate de su estudio, en plena Quinta
Avenida. Barry Duhan, un simple empleado de la Metro-Goldwyn-Mayer,
reparó en ella cuando pasaba por delante del escaparate,
ni corto ni perezoso entró en el estudio, dijo a Larry
que era un “cazatalentos” de la Metro e insistió en
conocer en persona a la chica de la fotografía. Tras
comunicarle la imposibilidad de poder presentársela, ya
que Ava había regresado a su hogar de Carolina del Norte,
y ante la insistencia de Duhan, y también, para
quitárselo de encima, le entregó un lote de fotografías
que le había hecho.
Cuando este lote fue a
parar a manos de los ejecutivos de la Metro, éstos
quedaron vivamente impresionados. Louis B. Mayer no pudo
por menos que exclamar: “Pocas chicas pueden tener un
cuerpo como ese sin resultar vulgares.” No importaba
su inexperiencia. Decidieron llamarla y hacerle una prueba
muda.
Ava, obediente, llegó a
Hollywood en compañía de su hermana Bappie, recién
divorciada de Tarr. No se planteó absolutamente nada
hasta no llegar al umbral de los estudios, en su bolso
llevaba un contrato, sin firmar, de 50 $ semanales. Todo
aquello le parecía un sueño y temía que acabara por
convertirse en una pesadilla.
La actriz recuerda
perfectamente cómo sucedió todo: su entrada en el
despacho de Mayer, sus palabras de aliento, la
grandiosidad de los estudios, el agitado fotógrafo que no
paraba de dar vueltas a su alrededor dando instrucciones a
los iluminadores, dictando dónde debían colocarse cada
uno de los focos.
Siguió, sin discutir, cada
una de las indicaciones: “La cabeza, más alta,
señorita. Vamos, no la incline...” “Afortunadamente -pensaba
Ava- no tengo que hablar, si tuviera que hacerlo me
caería en redondo.” La prueba llegó a manos del
director de musicales George Sydney, que dijo :
“No sabe hablar ni actuar. Es sensacional.
Que la traigan inmediatamente.”
Ava pasó a uno de los despachos de la Metro:
Sobre una mesa reluciente tenía el contrato preparado. En
él aparecía una cifra que se le antojaba una auténtica
fortuna: 50$ semanales. Para que el contrato tuviera
validez sólo debía hacer caso a dos recomendaciones: no
beber y no portarse mal en público. Ava, sin pensarlo dos
veces, estampó su rúbrica.
Aquel
contrato para siete años no era una maravilla, ya que los
ingresos se efectuaban sólo cuando trabajaba, y esto no
era muy a menudo. Para poder vivir no tuvo más remedio
que posar en bañador para diferentes publicaciones,
aunque jamás estuviera cerca de una piscina (las fotos de
estas revistas acabarían colgadas en las taquillas de los
soldados que luchaban en los frentes).
Los
fotógrafos afirmaban que era un témpano de hielo, pero
en realidad no era más que una pose para esconder su
enorme timidez.
La
primera prueba hablada que realizó resultó ser
catastrófica. Ava conservaba un acento sureño que
resultaba inadmisible para una actriz de aquella época.
Así, entre fotografía y fotografía, Ava acudió a casa
de miss Gertrude Volger, una profesora retirada que vivía
en la parte trasera del estudio. Hizo trabajar a Ava muy
duramente hasta que su acento mejoró, al tiempo que
mejoraba la confianza en si misma. Además, durante año y
medio, Ava tomó lecciones de arte dramático y de
maquillaje.
Además,
durante año y medio, Ava tomó lecciones de arte dramático y de
maquillaje.
A finales de 1941, los Estados
Unidos se involucraron en la IIª Guerra Mundial, algunos actores
se fueron a luchar al frente, los estudios andaban desesperados
buscando caras nuevas y, cayeron en la cuenta que los soldados
en sus taquillas colgaban, junto a la fotografía de su
prometida, la de una escultural joven sureña. Era el momento de
lanzarla. Ava Gardner debutó en sendos papelitos de mediocres
películas : "Fancy
Answers" (1941)
y
"Joe Smith, American" (1942),
en las que ni siquiera apareció su nombre en los créditos, y en
una comedia musical en la que la cámara se recreaba en su
fulgurante belleza :
"Sucedió bailando" (We Were Dancing) (1942),
en la que
no
fue preciso que pronunciara palabra alguna.
Ava Gardner ha
explicado en más de una ocasión cómo y cuándo conoció a Mickey
Rooney el primer día que trabajó en la Metro. Mickey y Judy
Garland estaban rodando una película. Ella se detuvo para
contemplar una de las escenas. Por aquel entonces el joven
Mickey era uno de los ídolos del país y ocupaba el primer puesto
entre los artistas más taquilleros. A Ava le pareció un muchacho
encantador, romántico y, sobre todo, muy divertido. A Mickey,
ella le pareció una mujer fascinante.
El tenia veintiún
años; ella, diecinueve. La ceremonia se celebró en la iglesia
presbiteriana de Ballard, en California, el 10 de enero de 1942.
La madre de
Mickey Rooney, Neil Brown (también actriz), nada más conocer la
noticia de la boda hizo un comentario significativo: “A esta
unión le doy un máximo de tres semanas de vida.” Quizá el
comentario fue demasiado exagerado pero no desencaminado. Las
tres semanas se convirtieron exactamente en dieciséis meses, ya
que se divorciaron el 21 de mayo de 1943. La demanda la presentó
Ava, alegando crueldad mental, según consejo de sus propios
abogados. El mismo día que le conceden el divorcio, su madre
muere de cáncer, y Ava, se instala con su hermana Bappie en un
apartamento de Hollywood. Del divorcio obtiene un automóvil de
lujo, veinticinco mil dólares, una valiosísima colección de
joyas y un buen número de abrigos de piel, valorados en una
cifra muy elevada.
Ava se habia
tomado la vida de casada muy en serio: amaba la vida hogareña,
se ocupaba del apartamento, cocinaba con gusto y atendía a
Mickey como una esposa enamorada.
Mientras duró su
matrimonio nunca permitió que otro hombre la cortejara. El, más
inmaduro que ella, no supo prescindir de su ajetreo habitual, se
tomó el matrimonio como un juego, para él la vida era un show.
Le gustaba pasear con Ava, lucirla, obligándola a ir a los
lugares más concurridos de la ciudad, donde todos pudieran
admirarla, y de este modo envidiarlo a él. Ava terminó por no
querer moverse de casa, y entonces él simulaba no necesitarla
para nada y se ligaba a cualquier jovencita deseosa de
publicidad. Ava, recordando esta situación, siempre dijo :
“No tuvimos la más mínima oportunidad. Éramos sólo críos. El
tenía unas desenfrenadas ganas de vivir y yo quería notar los
pies bien firmes sobre el suelo...”
Mickey Rooney no
se tomó muy bien la separación. Algunos conocidos le dijeron que
Ava se había aprovechado de su fama al casarse con él. Años más
tarde, en 1965, cuando Mickey ya no triunfaba como en su
juventud y le faltaban ingresos, publicó su autobiografía, el
actor finaliza sus recuerdos sobre Ava dedicándole elogios.
"Me decían : ¿No lo ves? Te ha utilizado. Siempre te ha
utilizado. Sólo le interesa tu nombre y tu dinero”. Yo al
principio los creía, aunque me negara a aceptarlo. Cuando
insistían en el tema me los sacaba de encima diciéndoles: Ella
no me necesitaba para nada. Consiguió ser Ava Gardner por sí
misma, primero por su gran belleza y luego con sus lecciones de
arte dramático y la vida misma, la hicieron una actriz. Lo decía
por despecho, para que no me creyeran un pobre tonto. Lo cierto
es que Áva no me utilizó. El tiempo ha demostrado que consiguió
ser una estrella por sí misma. ¿Quién demonios recuerda hoy a
Ava Rooney?".
Lo cierto es
que su boda influyó positivamente en el desarrollo de su carrera
artística, porque Mickey la enseñó a comportarse con
desenvoltura, tanto en la vida como en los estudios (cómo andar
o que hacer con las manos) obligándola a perder el miedo a la
cámara (cómo ignorarla), además de facilitarle interpretar
pequeños papeles con algún diálogo, e introducirla en el
mundillo cinematográfico de Hollywood.
Ava a partir de
su divorcio se mantenía con pequeños papeles, conseguidos más
por su sensual físico que por su talento artístico. Poco a poco
fue requerida con mayor asiduidad, llegando a rodar entre 1941 y
1945 veintidós películas interpretando papeles secundarios.
Precisamente en
éste último año, 1945, le surge su gran oportunidad. El
productor Seymour Nebenzal, de la United Artist, se encontró
casualmente con ella en la barra del conocido bar Mocambo,
intuyendo que era la actriz ideal para su nueva película «Whistle
stop», protagonizada por un George Raft en franca decadencia, le
ofreció formar pareja con el actor. No resultó ser un producto
destacable, pero por primera vez la prensa elogió el trabajo de
la bella sureña : “Esta nueva chica es dinamita”.
Además, ese
mismo año, concretamente el 17 de octubre de 1945, Ava, se
volvería a casar con Artie Shaw, clarinetista y director de
orquesta, que años antes se lo había presentado su propio marido
Mickey en Mocambo. Artie, acababa de regresar del frente, y a
sus treinta y cinco años se había divorciado cuatro veces, una
de sus esposas fue la actriz Lana Turner.
Contrajeron
matrimonio en el jardín de su nueva residencia de Beverly Hills.
Ava, para esta especial ocasión, lució el mismo traje de sastre
azul y un ramillete de orquídeas atado a la cintura que empleó
en su boda con Mickey Rooney.
Shaw, era lo
contrario de Mickey, una persona muy cultivada, puesto que en
sus ratos de descanso estudiaba psicología, economía,
literatura, etc., y se mofaba de la ignorancia de Ava,
esforzándose en refinar y cultivar a su mujer, para convertirla
en una intelectual. Ava, que sólo había leído de “cabo a rabo”
una única novela : “Lo que el viento se llevó”, tuvo que devorar
un libro tras otro para contentar a Artie. La inscribió en la
Universidad de California para estudiar un curso de Economía,
que compaginaba con su trabajo en los estudios cinematográficos.
Al salir de clase, la formación continuaba en su casa junto a su
esposo, que le tenía preparado un “menú” a base de libros de
Freud, Tolstoy, Dostoyewski, Sociología, Psicología, etc.
(Continuará...)
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